miércoles, 13 de junio de 2012

Una catalana viviendo en Guatemala

Dicen que el amor mueve montañas, pues bien, en esta ocasión, a mi el amor me ha llevado hasta Guatemala. Siempre he querido vivir uno de esos amores apasionados de película, amar a alguien hasta el máximo y que esa persona te ame de la misma manera y yo he encontrado eso que tanto quería. Mi historia es como otra cualquiera, pero para mi, la mía, tiene algo especial que me encanta. La mía empezó como cualquier otra, amigo/a que te preseta a alguien con la intención de que ocurra algo entre vosotros. En mi caso, fue mi amiga Débora quien me presentó a Andrés, un guatemalteco que hacía muy poquito que llegó a Barcelona para cumplir uno de sus sueños, poder vivir en Barcelona. En el poco tiempo que el estuvo en mi ciudad solo lo vi dos veces, el me gustaba pero desgraciadamente yo soy una chica demasiado tímida como para dar el primer paso, además de otros motivos que me impedian lanzarme, aunque también debo decir que el tampoco hizo nada en aquel entonces. Después de estar un mes en Barcelona tuvo que irse a Logroño, ya que en la ciudad condal no tuvo suerte y allí tenía a parte de su familia para ayudarle y ofrecerle trabajo. En ese momento perdimos un poco (bastante) el contacto, y después de un año, concretamente el 7 de Julio, justo en su cumpleaños, el cual yo le felicité, empezamos a hablar y a partir de ahí, no hubo ni un solo día en el que no habláramos. El hablaba de venir a verme a Barcelona, pero como ya he dicho, soy demasiado tímida para este tipo de cosas y no fue hasta noviembre que me decidí a dar el paso. El motivo que me hizo lanzarme fue que Andrés me contó que en Diciembre tenía que volver a su país para ayudar en la empresa de su padre, y fue en ese momento, después de debatir conmigo misma si era buena idea vernos o no sabiendo que se marchaba que me decidí, tenía que arriesgarme y no quedarme con la duda. Y el día llegó, el llegó de Logroño por la tarde y yo con los nervios a flor de piel aún estaba arreglándome para nuestra cita, a la cual llegué media hora tarde. Después de una buena cena en un bonito restaurante nos fuimos caminando hasta un bar a tomar algo y más tarde al salir de ahí, fue cuando todo empezó, atacada por los nervios y muerta de la vergüenza decidí lanzarme, parados en un semáforo me lancé a darle un beso. Pasamos unos cuatro días geniales hasta que el tuvo que volver a Logroño, pero ahí no acabó todo, volvió a venir otras dos semanas antes de tener que irse a Guatemala, y esas dos semanas que pudimos pasar juntos fueron mejores que aquellos cuatro días hasta que llegó el momento de la despedida. Pasados los dos primeros meses separados solo quedaban otros dos para poder vernos en Abril, pero no se le ocurrió otra cosa que pedirme que fuera yo y me quedará allí con el, y así fue, el 31 de Marzo empecé mi viaje y después de un vuelo a Madrid, el 1 de Abril cogía el segundo avión y después de doce largas horas de vuelo llegué a Guatemala, y allí estaba esperándome Andrés. Desde el día en que llegué ya casi han pasado tres meses y aún sigo aquí, viviendo la experiencia, conociendo un país y una cultura muy diferente a la mía y sobretodo, lo más importante, viviendolo todo con el amor de mi vida, y aunque eche de menos a mi familia, a mis amigos y mi Barcelona querida, no podría ser más feliz.